lunes, 24 de marzo de 2014

MARCHA DE LA DIGNIDAD 22M “Será cosa de los años…”


La verdad es que somos muchos los que llevamos tiempo preparando este acontecimiento. Cada uno en función de sus posibilidades y nivel de compromiso. Unos más, otros menos, pero todos haciendo gala de generosidad suficiente para ofrecer parte de su tiempo, energías, e, incluso dinero.
Éramos conscientes de lo arriesgado del empeño.
En estos tiempos en que conocer la verdad de los hechos, no es garantía suficiente para salir de la indolencia y reaccionar, no es asunto menor que el pueblo decida sacar a pasear la rabia a la calle y decir ¡¡BASTA!!.
Cada vez somos más a los que nos duele la garganta de mantener silencio y tememos menos el esfuerzo inmediato que se nos reclama, que enfrentarnos, con una sola respuesta, a la pregunta de las generaciones futuras, relativa a lo que hicimos ante tanto abuso.
Se le estaba pidiendo a la ciudadanía silenciosa y silenciada, que saliese de su letargo y asumiese el reto, desde su propia independencia e individualidad, poniendo en la balanza una capacidad de entrega que no es habitual en estos tiempos en los que “cada uno va a lo suyo” y la máxima, que tenemos bien interiorizada, no es otra que: “mientras no me toquen lo mío”.
Pero estamos abriendo los ojos y nos estamos dando cuenta de que nos están tocando a todos y que cuando nos decidamos a decir “¡hasta aquí hemos llegado!” va a ser demasiado tarde.
Miles de personas han abandonado sus familias, sus aficiones, la comodidad y la seguridad de sus casas (los que todavía las conservan). Se han desprendido, de la mullida comodidad de los sofás de sus casas frente a letárgicos televisores. En definitiva, han cambiado sus pequeños mundos de confort, por el sufrimiento y la vida precaria del que no tiene
nada, del que sale con lo puesto y que todo lo confía en la solidaridad de los comprenden los motivos de su esfuerzo, los animan y los apoyan.
Algunos no han querido abandonar a sus familiares y han decidido terminar la marcha con ellos. El material gráfico que comparto, es buena muestra de ello.
Gentes de todos los puntos de la geografía española, que, sin tener en cuenta la edad, ni estar físicamente preparados para ello, se han tirado a las carreteras para defender la DIGNIDAD de todos, sin importar el precio que haya que pagar por ello. ¡Son nuestros héroes!. ¡Un verdadero ejemplo para las generaciones venideras!.
La respuesta al reto ha sido extraordinaria. En un tiempo en que para ir a la vuelta de la esquina a comprar el periódico, estamos acostumbrados a coger el coche, un numeroso grupo de personas han recorrido kilómetros y kilómetros, abastecidos exclusivamente con el más ecológico de los combustibles: la firme convicción de que los anima una causa justa.
Tengo sesenta años, soy de Málaga y no recuerdo nada igual desde aquel celebrado 24 de Diciembre en el que, sufrimos la pérdida de Manuel Caparrós.
Algun@s amig@s nos han acompañado con los ojos y el corazón, sintiendo en sus propias carnes más el dolor de no poder estar físicamente con nosotros, que la propia causa que se lo impide. No estoy teorizando. ¿Queréis nombres?. Carmina, José Pedro, Araceli, Pura…Tened por seguro que nos habéis acompañado en el camino.
Con nuestro actos nos estamos ganando el respeto de muchos familiares, amigos, vecinos, y compañeros de trabajo, que saben lo que nos ha costado llegar hasta aquí. Ellos saben, mejor que nadie, de nuestra no pertenencia a grupos extremistas (ni de uno, ni de otro signo). Todo lo más, extrema necesidad. Pero cada vez nos importan menos los calificativos con los pretenden definirnos, porque “ya no tenemos miedo”, y sabemos que sus palabras son solo una mordaza más para impedir la legítima protesta con la cómoda intención de dejar las cosas como están,
mientras que, cada día que pasa, los ricos son más ricos y los pobres, más pobres.
Ya estamos hartos, de que como experimentados trileros, los tres poderes del Estado, nos escamoteen, ante nuestros ojos, las migajas de felicidad, a las que, como seres humanos, todos tenemos derecho.
No pedimos limosna. Exigimos TRABAJO y una JUSTA CONTRAPRESTACIÓN por ello, (las ONG´S en las que participamos las elegimos nosotros), y, su defecto, SERVICIOS PUBLICOS, VIVIENDA DIGNA Y CONTRAPRESTACIONES SOCIALES, que hagan más soportable la existencia humana.
¿Hasta cuando estamos dispuestos a aguantar sin rebelarnos?.
Nos dicen que “no hay dinero” mientras se lo dan, a manos llenas, a los bancos que, en gran medida, son, los que, con su codicia, nos han llevado a la situación crítica que padecemos y que siguen enriqueciéndose a nuestra costa, exigiendo intereses desorbitados que nos obligan a pagar antes de atender a nuestras propias necesidades básicas.
Mientras tanto, vemos alucinados, como haciendo gala del mayor de los descaros; los que nos obligan a “apretarnos el cinturón”, incrementan sus beneficios, disfrutan de magníficas retribuciones, blindan sus contratos con astronómicas cláusulas de recisión y cuando no recurren a múltiples chanchullos, mantienen, de forma vergonzosa, sus privilegios, frente al resto de la sociedad que sufre las terribles consecuencias de este espectáculo.
¡¡Y no les pasa nada!!. Salvo casos excepcionales, nadie les exige que paguen sus cuentas, por el tremendo daño causado. Todo lo más han cambiado de despacho, para seguir medrando.
Aunque algunos ya lo hubieran enterrado hace tiempo, el espíritu del 15M no está muerto. Las luchas diaria de la PAH, los YAYOFLAUTAS, las CORRALAS, los CAMPAMENTOS SOLIDARIOS, las múltiples MAREAS, y demás ORGANIZACIONES SOCIALES, POLITICAS Y SINDICALES DE CLASE, han dado su fruto.
Pero, además de los mencionados, permitidme hacer una breve referencia a los héroes anónimos que encontramos en el camino, de los que, much@s de vosotr@s, también habéis sido testigos y podéis dar buena cuenta de ello. Mi intención es dejar la imagen de lo que hemos vivido, gravada en memoria, para que, su recuerdo, nos ayude a afrontar nuevo retos.
Aunque no lo creamos, estos personajes, y muchos más, estarán ahí, unidos con nosotros o simplemente esperando que pasemos ante sus casas, para regalarnos un aplauso, un grito de apoyo, o unas simples palabras de ánimo.
Desde la niña de apenas diez años, que cayó desplomada ante mis propios ojos, por el esfuerzo que suponía, para ella, recorrer, como un integrante más de la Columna Andaluza, la distancia que separa Getafe de Madrid, y la diligencia de su padre, que, sin hacer siquiera un alto en el camino, ni requerir la ayuda de los acompañantes, se la echó al hombro, sin darle la mínima importancia a la dificultad añadida que este gesto suponía para sus propias fuerzas.
O el hombre, con los huesos tullidos por la enfermedad, que, con el solo apoyo de su compañero, insistía en continuar, a pie, la marcha.
De una cosa estoy seguro. Todos ellos llegaron a Madrid, porque “SI SE PUEDE”. Y ellos, a cada paso, lo han demostrado.
Lo sabemos nosotros y los saben aquello miles que, desde las aceras, sus vehículos y ventanas de sus casas nos aplaudían, hacían sonar los cláxones y nos animaban a seguir el camino.
Allí estaban la madre, que quizás hubiera padecido en sus propias carnes, los rigores de la inmigración, presenciaba, con tristeza, el devenir de la manifestación, en compañía de sus dos hijos de corta edad, como queriendo enseñarles, como deben luchar los seres humanos que no quieren perder su dignidad, para defenderla.
Estaban también los sanitarios que abandonaron, por unos momentos, el Hospital 12 de Octubre, para dejar constancia de su muestra de respeto y solidaridad.
Los bomberos de Getafe que saludaban nuestro paso haciendo sonar, insistentemente, las sirenas de sus vehículos, y que, en formación de honor, e incluso acompañados de algún familiar, nos presentaban sus respetos y recibían y devolvían, de forma muy personal, el agradecimiento a cada uno de los que nos acercábamos a saludarles y a los que merecidamente despedimos con el grito de “ese sí que es un cuerpo y no….”.
O la anciana que desde el balcón de uno de los últimos pisos de la ciudad dormitorio en la que reside, y, quizás sin fuerzas para bajar a la calle, esperaba a “su columna”, enarbolando con reducidas fuerzas, una diminuta bandera de Andalucía, saludando a la comitiva y que se ganó a pulso nuestro aplauso y que le coreáramos “como mola, como mola, esta abuela se merece una ola”.
Más de dos millones y medio de personas han respondido, como una sola, a la llamada de la indignación y en defensa del interés de la gran mayoría de la sociedad, “cueste lo que cueste”.
Somos conscientes de que esto es solo un paso, de que todavía hay mucho trabajo por hacer. Como diría uno de nuestro referentes: no debemos pensar que el 22M es un final de etapa, y esperar demasiados logros inmediatos por ello, es más bien, el principio de una lucha de largo recorrido y mayor calado, que, a la postre, persigue el empoderamiento de la gran mayoría de la sociedad, que, a la vista del mal uso que se le está dando a la confianza delegada, anuncia, su decidida voluntad de asumir su propio destino, bajo el lema de “no nos representan” .
Todos ellos son verdaderos ejemplos de la lucha en la defensa de la propia dignidad que, como diría Paco, compañero de caminata, que, a sus cincuenta y tantos años, lleva tres en el paro, que está pendiente de ver si le prorrogan la ayuda familiar y que por razones burocráticas relacionadas con el INEM, no pudo hacer el camino, andando, desde el primer día desde Málaga: “serán cosas de la edad…pero hechos como estos hacen que se te humedezcan los ojos”.
¡¡¡Va por ellos!!!. Hasta la próxima.

https://www.facebook.com/groups/somosmayoriamalaga/557981464316881/

No hay comentarios:

Publicar un comentario